Es tiempo de
regurgitar los principios de los que hacemos gala.
Es tiempo de
imponer nuestro pensamiento sobre el que impone el suyo.
Es tiempo de
levantarnos, mirar la desolación del mundo y gobernarlo.
El
abatimiento y el miedo ahora deben de ser compañeros, agarremos todos y cada
uno de nuestros objetivos y no los soltemos.
Ha llegado el momento de demostrar nuestra capacidad de
observación, pero también de nuestro deber de acción. Somos dueños de nuestra
realidad, es decir, si cada persona observa un universo diferente, porque no
podemos desmontarlo y reconstruirlo a gusto de nuestros ojos. La realidad es
que todo lo que observamos simplemente son partículas que saltan de un lugar a
otro, siendo el acto de mirarlas suficiente para cambiarlas de posición. Es
aquí donde entra la gran capacidad del ser humano, la capacidad de vivir en un
universo único, la capacidad de regir ese universo. Es por eso que no hay
tiempo para la depresión ni la desgana, es por lo que hay que prepararse, conseguir
controlar las partículas y hacer que se muevan en el orden que tú predispongas.
Ahora bien, podrás decirme, que no somos capaces de cambiar
la realidad, que solo es nuestra presencia la que la altera. Es por eso que
nuestra presencia ha de ser aumentada o disminuida en el orden de nuestras
necesidades. Por lo tanto un aumento del grado de acción y capacidad en
determinada tarea, ha de ser capaz de llevar al ser humano a lograr su
objetivo. Para esto como siempre necesitamos trabajo duro, un trabajo basado en
la comprensión espiritual, mental y física del objetivo planteado.
Por esta razón hemos de comprender que el ser humano está
capacitado para alterar su universo particular y el comunal, ya que si centra
sus objetivos en funciones sociales estas contribuirán a una alteración en el
universo del ente que allí circunde. Siendo por tanto evidente que nuestro
universo ya estaba alterado de partida y por tanto inherente a la condición
humana rebelarse contra ese condicionamiento.
¿Pero cómo
uno evita que se altere su realidad sin sucumbir al enclaustramiento?
Primero de todo que es imposible no alterar ni ser alterado.
Pero es posible disminuir el grado de alteración si se eliminan las
aglomeraciones de pensamiento. Si se evita que millares de entes sean dirigidos
por el pensamiento único de otro, no solo evitaremos la alteración provocada a
todos esos entes, sino que aparecerán tantas realidades diversas que solo
podrán tender al colapso, impidiendo por tanto que estas se alteren unas a
otras mientras entre ellas interaccionan.
Por lo tanto
creando tanta diversidad de pensamiento como sea posible y enfrentando todos
esos millares de modelos uno contra otro, conseguiremos evitar la aparición de
un pensamiento único y la alteración de la realidad de cada ente. Al fin de
esto sería posible la sociedad perfecta, ya que en cada cabeza residiría el
gobierno del mundo, pero cada gobierno estará en continua confrontación contra
el resto de pensamientos, provocando así el crecimiento de cada pensamiento y
la verdadera libertad de acción del ente en su realidad paralela.
(Foto sacada de internet)